Los Mejores Cuentos de Michael Ende (IV)


Sesión del 14 de enero de 2013
 

Continuamos con el análisis del libro "Los Mejores Cuentos de Michael Ende" publicado por Ed. Everest. Para quien esté interesado en profundizar en la obra completa de Ende, Jenny recomendó por correo electrónico una liga al blog Endeland.
 
El osito de peluche y los animales
 
Argumento.-  Olvidado por su antiguo dueño, un viejo osito de peluche llamado Lavable estaba sentado en su puesto de honor donde se aburría.  Una mosca se para en su nariz y le cuestiona para qué está sentado ahí. Lavable se queda pensando y al no poder dar respuesta decide salir a preguntar por ahí porque quizá alguien pudiera saberlo. El osito inicia un viaje en el que se encuentra con varios animales a los que les pregunta para qué está ahí los cuáles les responden desde su peculiar razón de existir. Por ejemplo, el ratón le dice que está para ser astuto, no dejarse cazar y conseguir alimento. El cisne le dice que existe para ser bello. Los monos le explican que están para fundar algo: una asociación, club, comité o partido. La mariposa está en el mundo para irse perfeccionando cada vez más. Al final Lavable se encuentra con una niña pobre que le pregunta si quiere ser suyo y él acepta. Lavable volvía así a pertenecer a alguien.
 
El cuento comienza con la explicación de la manera en la que el osito de peluche obtuvo su nombre, el cual proviene de la etiqueta que tenía. De ahí se desprende el como todos necesitamos un nombre con el que nos identifiquen los otros pero también uno mismo. Todos nos manejamos con una "etiqueta".
 
Una vez que Lavable es consciente de que no sabe su razón de estar el el mundo, su "para qué", los animales le comparten su mirada del mundo y con ello dan respuestas filosóficas mediante las cuáles se explican el sentido de la existencia. Es interesante señalar que Ende no plantea el porqué de la existencia, sino el para qué. Buscar porqués paraliza en un punto determinado, genera conflictos y confunde.
 
En las respuestas de los animales encontramos valores que la humanidad considera dignos de ser fomentados y perpetuados; además de motivaciones diversas que impulsan la vida de los diferentes seres. Dentro de las respuestas se enuncian motivaciones como:  tener el sustento para vivir; perpetuarse como especie; ser indolente y egoísta; trabajar; la búsqueda y cuidado de la belleza; la objetividad o el positivismo; el bien de la colectividad sobre la individualidad; el cuidado de la espiritualidad; la preservación del estado físico o el culto al cuerpo; el sin sentido o la desesperación; vivir como parásito y el perfeccionamiento. Ninguna respuesta es enjuiciada o considerada más o menos que otra. Simplemente se mencionan como lo que mueve a ese ser en particular, o a la visión del mundo que tiene.
 
La mosca que cuestiona a Lavable sobre su misión en el mundo es una metáfora de los pensamientos ruidosos y en ocasiones negativos, que a veces nos invaden y nos cuestionan, a la manera de un super yo castigador. De ahí que al final del cuento, Lavable la ignora e incluso termina con ella.

En esta historia el protagonista encuentra que el sentido de su existencia es pertenecer a alguien, amar y ser amado.

En una experiencia realizada por Martha Vicarte, se le leyó el cuento a una pequeña en edad preescolar y a su bisabuela de 90 años. La historia generó expectativa e interés a ambas y la disfrutaron ampliamente.

El largo camino a Santa Cruz

Argumento.- Hermann, un niño de ocho años y tres meses, sale de su casa para ir a la escuela, es lunes y está lloviendo. El pequeño se siente desplazado porque a su juicio, sus padres le están dedicando más atención a su pequeña hermana Carla de dos años.
Hermann piensa que el único remedio para salir de su situación es hacerse gangster. Cree que el mundo entero está en su contra por lo tanto él está harto de todo el mundo... pero es el único que hay. Su único camino es ahora la delincuencia porque nadie sabía quien era él realmente y el único acuerdo que había en los demás sobre él es que todos deseaban que no siguiera siendo como era. Hermann decide que el mundo debería aceptarlo cómo es con todas sus cualidades; pero de pronto se da cuenta que ni él mismo sabe cuáles eran. A partir de aquí, todo lo que sucede a su alrededor es interpretado por él como la gran aventura en la que podrá mostrar quién es él y de qué está hecho. Con su imaginación concluyé que la escuela se está incendiando o que un bebé está en peligro. En este viaje imaginario se le hace tarde y vive varias aventuras que le hacen perder el día de escuela.
Después de subir en una furgoneta en la que según él escapa de tres hombre de gabardina que lo seguían llega a una casa en ruinas en la que se encuentra con un vagabundo de nombre Einstein. Hermann le entrega el dinero que llevaba al vagabundo bajo la promesa de que lo invertiría en el pasado para hacerlo rico. Poco después encuentra a Einstein dormido en la estación del metro. Este encuentro le hace ver al niño que lo que está haciendo lo podría orillar a ser como el vagabundo y decide regresar a su casa. A diferencia de lo que esperaba, en casa es recibido con gran cariño y atención y cuidado por sus padres. Su papá le cuenta una historia en la que le explica que todos en algún momento de la vida realizamos el camino a Santa Cruz, que se hace con mucho esfuerzo y se comenten muchos errores para nada.

Esta historia es la de un viaje a la escuela que en realidad es un viaje al interior. Hermann busca el sentido de su vida porque se siente desplazado, no encuentra su lugar. Con este cuento notamos la gran sensibilidad de Ende para conocer y reflejar la naturaleza humana, especialmente en lo que a los niños se refiere, se puede decir que es un antropólogo infantil que entra en el yo del niño y lo plasma en sus personajes.

El diálogo inicial de Hermann con sus padres no refleja afecto ni carga emocional alguna. Es el protagonista que lo asume y lo siente como agresivo hacia su persona. Esta situación es algo de lo que no son conscientes los adultos quienes al dar instrucciones, y en su afán de educar, no envuelven sus dichos con afecto lo que hace que los niños los perciban con frialdad y hasta con agresividad. Ende logra hacer evidentes situaciones cotidianas en las que los adultos piensan que no pasa nada; pero que en realidad están siendo importantes para los niños. Quizá esta visión del autor es lograda por el hecho de que él mismo no fue padre; pero que sí contó con una infancia muy rica en experiencias que nunca olvidó.

El viaje de Hermann es el que todo ser humano emprende en el llamado proceso de socialización. Todos nos revelamos y nos resistimos a este proceso; pero al final es inevitable. El viaje también muestra lo que sucede cuando se pretende vivir en absoluta libertad y al margen de los demás: terminar como el vagabundo, alguien literalmente ajeno y fuera del tiempo. La madurez y el crecimiento del niño se dan cuando entiende que los límites están por algo, en beneficio propio y de los demás. El paso del tiempo le da al individuo un lugar en su vida, en el cual debes asumir tu rol.

Todos durante la vida vamos a Santa Cruz, cometemos errores y realizamos esfuerzos en vano. Este cuento puedes ser útil promoverlo y trabajarlo con adultos y padres para despertar su sensibilidad y recordarles que ellos han transitado por el camino de los niños y jóvenes. Es una manera de recordarles lo que fueron sus propias dudas, preocupaciones, anhelos y alegrías. Es una vía de suscitar empatía y comprensión ante situaciones que vistas a través de los ojos de la madurez no tiene la misma importancia.

En la historia se habla de un mensaje secreto que debe ser entregado, el cual en realidad no es ninguno; pero en el trayecto de buscar entregarlo se comprende la vida misma, las emociones y el sentir del individuo ante la incomunicación o la incomprensión mostrada por los demás. Ese mensaje secreto lo es también para el portador quien tampoco lo conoce: Hermann en su confusión no sabe cuáles son sus cualidades, sus propias inquietudes y dudas; pero al final no queda en el vacío. Quería ser alguien para ser reconocido por sus padres, lo cual logra al regresar. El padre se reconoce en el hijo al darse cuenta que el fue a Santa Cruz de la misma manera que ahora le tocaba al niño.

Una vez más queda patente la función de contar cuentos: que los niños se encuentren en las historias y comprendan y resuelvan sus propias inquietudes. Cuando el adulto le acerca un cuento en el que el niño se refleja le está autorizando a sentirse como lo está haciendo, no lo juzga y valida sus emociiones. Con ello se le da la oportunidad de resolver sus conflictos de una manera más fácil.

Comentarios

  1. Mavi, cada vez está mejor.
    Abrazos de parte de todo el Seminario con toda gratitud.

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  2. Gracias Jenny, me encanta hacerlo y me gusta saber que las ideas que se logran con el gran grupo que somos, pueden perdurar un poco más.

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